La Navidad es sinónimo de turrón, fiesta, familia, pero también de mercadillos, donde poder hacer las compras para completar el belén o diferentes adornos para la casa. Y es que pocos sitios recogen tanto la tradición y el espíritu de la Navidad como los mercadillos navideños, especialmente los del centro de Europa.
Ciudades como Salzburgo, Múnich, Viena, Berlín, Praga, Nuremberg, Brujas, Gante o Bruselas llenan por estas fechas sus calles de puestos de luz y color en los que encontrar adornos de navidad, velas, juguetes o incluso degustar un clásico como el vino caliente.
Por ello vamos a hacer un recorrido por los principales mercadillos navideños de Europa, una buena forma de recorrer el 'Viejo Continente' en estas fechas tan especiales.
La primera parada en este recorrido es Alemania. Y es que si hay un lugar donde existe la tradición del mercadillo de Navidad ese es el país germano y sus Christkindlemarkt. En pleno casco antiguo de sus principales urbes podemos encontrar estos pequeños quioscos de madera dedicados a la venta de productos típicos de estas fechas.
Los imprescindibles en Alemania son el mercadillo de Navidad de Nuremberg, con tres siglos de tradición, el de Stuttgart, donde se puede aprovechar para disfrutar el ambiente medieval recorriendo el Viejo Castillo, la iglesia colegial o la histórica plaza Schillerplatz, el de Dresde, donde se encuentra el Striezelmarkt –el mercadillo más antiguo de Alemania- o el de Colonia, conocido por su catedral y que se enorgullece de tener cuatro mercadillos de Navidad.
La capital germana, Berlín, es otro destino interesante por estas fechas, con más de 50 mercadillos, conciertos, luces, árboles de Navidad. El mayor mercadillo de la capital es el de Spandau, que cuenta con más de 250 casetas donde encontrar prácticamente de todo.
Flandes también es otro destino obligado. Si Bruselas ofrece kilómetros de mercadillos en sus calles, así como un árbol gigantesco que decora la Grand Place y una noria gigante desde donde poder disfrutar de las mejores vistas de la ciudad en Amberes, Gante o Brujas nos encontramos con la posibilidad de vivir y disfrutar de la Navidad entre calles de cuento de hadas.
Porque Flandes nos seduce con sus colores y sus músicas en estas fechas, pero sobre todo con sus sabores. En Navidad, sus puestos y mercadillos nos ofrece en sus escaparates dulces como las galletas de especias (speculoos), las infinitas variedades de bombones (pralines), las gominolas artesanas (cuberdons), las ginebras de sabores (genever), el mazapán (marsepein), los gofres (wafels), el licor de flores de saúco (Roomer), y por supuesto, saborear alguna de sus más de 365 variedades de cerveza (bier), donde seguro habrá alguna típica para las fiestas navideñas.
Además, la noche del 5 de diciembre es mágica para los niños y 'mayores' flamencos. San Nicolás llega a sus casas cargado de regalos y dulces. Entre ellos siempre hay alguna mandarina porque cuenta la leyenda que el santo llega en barco desde España. Además, la tradición obliga a hacer galletas caseras de especias y figuritas de mazapán.
Otro lugar para los amantes de la Navidad, con ese ambiente de calles y luces de colores es la República Checa. En Praga es posible disfrutar del tradicional mercadillo de Adviento que se emplaza en la plaza de la Ciudad Vieja.
También merece la pena perderse por algunos de sus pueblos y recorrer así los mercadillos en la histórica ciudad de Olomouc se pueden probar vinos y ponches con diferentes condimentos, dulces y amargos, mejorados con ron, griotte o naranja. Se trata, además, de la única ciudad de República Checa en la que se sirve el auténtico ponche de Núremberg.
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