Quizá uno de los lugares que hay que visitar una vez en la vida es el castillo de Neuschwanstein o más conocido como el castillo del Rey Loco Luis II de Baviera. Final de la ruta romántica del sur de Alemania, en la zona de Baviera, es recomendable su visita ya que es transportarse de la realidad a entrar de golpe en un cuento de hadas donde cada uno puede ser el protagonista.
El castillo se encuentra en Fussen donde se llega cómodamente en tren, la red de trenes alemana es una de las mejores, rápidas y sobre todo baratas de Europa. Nada más bajarse a la dársena y levantar la vista te encuentras mirando a las montañas como sobresale un edificio blanco, de ensueño… ahí está entre nubes Neuschwanstein.
Para llegar a él, lo primero es coger alguno de los autobuses que suben a la ladera donde ves como te vas acercando a tu objetivo. Lo siguiente y menos interesante es hacer la cola (rondará cerca de una hora) para comprar tu entrada. Advertencia: puedes visitar tanto ese castillo como el de Hohenschwangau, el palacio de verano de los padres de Luis, hay entradas para uno o para los dos. Cada castillo lleva un control de visitas y se hace en grupo y por idiomas… así que interesa llegar pronto para elegir tu idioma y la hora que mejor se adapte. Y ya con la entrada en la mano, tan sólo queda elegir cómo acceder a las alturas: andando por un camino, en taxi o en coche de caballos…. Tres opciones para elegir.
Elegimos subir andando y no nos decepcionó aunque hay media hora de caminata entre vegetación, pero según te acercabas más veías la belleza de Neuschwanstein. Una vez a los pies del castillo el siguiente destino es ir a visitar el Puente de Marienbruck (puente de María), desde un frágil puente de madera se contempla la grandiosidad del palacio y te alegras de que en el siglo xix hubiera un loco como Ludwing que decidiera recrear un castillo medieval como ése aunque aún nos falta lo mejor: su interior aunque os advierto que está prohibido hacer fotos.
El nombre de Neuschwanstein significa ‘Nuevo cisne de piedra’, y fue así llamado en honor al Caballero Cisne de la famosa ópera de Wagner del mismo nombre, del que fue mecenas Luis II. El castillo, que inspiró a Walt Disney para que fuera el palacio de la Bella Durmiente e icono de su compañía, cuenta con 360 habitaciones aunque sólo 14 tienen un diseño totalmente acabado donde el Rey Loco recrea un mundo imaginario con sus ideales y basado en las óperas de Richard Wagner y con leyendas medievales del Santo Grial… algo para ver una vez en la vida.
Ludwing II, que después de llevar a la ruina al país por su idea de crear palacios, no acabó felizmente sus días en este idílico lugar y falleció misteriosamente ahogado en un lago, después de que fuera depuesto como rey. Pero no será olvidado, pasando a la historia no sólo por este castillo de hadas, sino por haber ideado la construcción de varios palacios más en Alemania… todos muy recomendables.