Si hay una ciudad en España que aúna la historia y el buen yantar esa es sin lugar a dudas Burgos, Capital Española de la Gastronomía 2013. Esa ciudad de piedra que se abre al cruzar por debajo del Arco de Santa María, uno de los símbolos de la urbe y que deja a los ojos la inmensidad de su Catedral, también reúne todo lo necesario para la práctica del tapeo, en cantidad y calidad. La ciudad castellano-leonesa propone en si misma toda una aventura culinaria que complementar con la cultura. Así, uno puede empaparse en los muros de su Catedral, con sus portadas (especialmente recomendable la escondida de los apóstoles) y su interior (imprescindible la Escalera Dorada ) y en el mito de Rodrigo Díaz de Vivar ‘El Cid’ (en cuyo interior de la Catedral descansan sus restos, junto a los de su esposa Doña Jimena, en un sepulcro justo bajo la línea del crucero).
Por si fuera poco, Burgos ofrece un mirador único en el mundo al que asomarse al pasado para observar nuestro pasado más arcaico, como es Atapuerca. Desde sus yacimientos, parte del Camino de Santiago, se puede realizar un viaje en la evolución del Hombre tal y como hoy lo conocemos, bien complementado por el Museo de la Evolución , situado a los pies del río Arlanzón, que divide en dos la capital burgalesa. Si a toda esta oferta añadimos la gastronómica, Burgos es un destino prácticamente perfecto.
Además, todo ello bien regado por los mejores caldos, ya que Burgos también es todo un templo del vino, con el 76% de los viñedos de la Ribera del Duero situados en la provincia. Así, si uno en Burgos no se puede perder su Catedral, su Monasterio de las Huelgas, su Cartuja de Miraflores o Atapuerca, tampoco se puede perder el lechazo y la morcilla.
Para el lechazo, lo mejor es ir a la zona universitaria -por ello recomiendo hacerlo coincidir con la visita al Monasterio de las Huelgas- y apostar por los Trillos (comida de primerísima calidad acompañada de vino de la casa en jarra de barro) o el Azofra, fijo que se saldrá saciado y satisfecho. En lo que respecta a las tapas, la apuesta en Burgos es clara, las calles Sombrerería y San Lorenzo. Allí ya se come con los ojos nada más entrar en cualquiera de sus bares y ver esas barras repletas de pinchos.
En Sombrerería, imprescindibles las bravas del ‘Mesón de Burgos’ y ‘El Morito’, donde se confirma que el bajo precio y la calidad pueden ir de la mano en sus copiosas raciones y espectaculares alpargatas. No se puede uno ir de Burgos tampoco sin pasar por ‘La Favorita ’ (calle Avellanos) y degustar su pincho de solomillo con foie o el Royal (calle Huerto del Rey), con sus loas a la morcilla a través de sus tapas de concurso. Si se quiere algo ‘low cost’, la ciudad también ofrece la cadena ‘Pecaditos’, una especie de 100 Montaditos con varios establecimientos en el casco antiguo que ofrecen vino y cerveza a un euro y raciones y tapas muy económicas.
No os parece Burgos, una ciudad para comérsela y bebérsela? Os lo recomendamos para este 2013.
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