Es el barrio bohemio por autonomasia de París, Montmartre nos trasporta a los años en los que pintores como Pissarro, Toulouse-Lautrec, Van Gogh, Modigliani, Picasso... paseaban por sus calles y hablaban en los cafés sobre arte y pintura. También es el escenario en el que descubrimos a una Amélie, que nos enseña sus rincones y su mundo. Lo mejor para empaparse es un domingo por la mañana, donde además, se encontrarán numerosos lugares para tomarse un apetitoso 'brunch'.
Desde allí lo mejor es encontrar la escalinata para ver en todo su esplendor como en lo más alto de la colina se erige el Sacre Coeur. También se puede subir en el funicular de Montmartre, aunque el ascenso merece la pena.
Las vistas impresionan y tras hacer la visita de rigor al Sagrado Corazón, la ruta nos tiene que llevar a la Place du Tertre, la plaza donde se dan cita los pintores y bohemios que aún quedan por la zona... Si el hambre aprieta lo mejor es pararse en uno de los puestos para degustar un crep de nutella en un marco especial, viendo las peculiares torres blancas de la basílica.
Dejando atrás las empinadas calles de la colina es el momento de adentrarse en el bullicioso ruido de la ciudad, que no para un domingo y que saca sus mesas a la calle para disfrutar de un 'brunch' o para curiosear entre las numerosas tiendas que ofrecen una amplia variedad de quesos, de vinos o de verduras, que dan un color especial al vecindario.
Sin embargo, antes de abandonar el barrio, tendremos que hacer un guiño a Amélie Poulain y visitar su café. El 'Café des deux Moulains', situado en la rue Lepic y que merece la pena ser visitado.
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