Empezamos por París, que para algo es llamada la ‘Ciudad del Amor’. A orillas del Sena, nada más romántico que un paseo en barco por el río, o grabar en la memoria Montmartre, donde debes buscar ‘Le mur des je t’aime’, una obra del artista Frédéric Baron donde encontramos en más de 300 idiomas ‘te amo’ y que se encuentra en el pequeño jardín de Abbesses.
Tampoco se puede dejar de pasear el amor por Notre Dame, Sacre Coeur o la Torre Eiffel. Además, también se puede ‘robar’ un beso delante del Ayuntamiento, emulando a la pareja de la famosa foto del fotógrafo Robert Doisneau, todo un icono del amor, o pasear por sus innumerables puentes (Pont-Neuf, pont de Passy…), y es que ¿acaso hay algo más de enamorados que un puente?
Otra ciudad que no puede faltar en esta lista para San Valentín es Praga, a la que esa atmósfera etérea y siempre de cuento convierte en un destino ideal para los más románticos. Y es que es difícil encontrar algo más romántico que su Puente de Carlos V, con todas sus leyendas, o un paseo por su Ciudad Vieja. Por si fuera poco, la capital checa también cuenta con su propia Torre Eiffel, así como lo lees. La Torre Petrín es una Eiffel en miniatura y, por si fuera poco, se sitúa en la conocida como ‘colina de los enamorados’, así que es difícil pedir más. Si paseas por la colina busca la estatua del poeta checo Karel Hynek Mácha y da un beso a tu pareja, ya que la tradición dice que los enamorados que se den un beso junto a ella se amarán eternamente.
En estas propuestas podemos incluir la de la ciudad de Roma, convertida, entre otras cosas, en icono de los enamorados por culpa de Federico Moccia y su libro ‘Ho voglia di te’ (‘Tengo ganas de ti’). A Roma se puede ir en cualquier fecha del año, pero si la idea es pasar allí San Valentín no va a quedar más remedio que buscar el Ponte Milvio y hacerse con un candado.
Aquí surge la ‘tradición’ de poner un candado (con las iniciales de los enamorados) en los puentes y tirar la llave al agua. Un auténtico problema en el caso del Ponte Milvio, ya que la gran cantidad de candados (‘lucchetti’) hace complicado encontrar un mínimo espacio donde dejar el correspondiente y, además, las aguas del río Tíber se han visto invadidas por llaves.
Finalmente, terminamos nuestro recorrido romántico con una ciudad que es romanticismo y misterio en sí misma: Venecia. ¿Quién no sueña pasear su amor en un paseo en góndola disfrutando del entramado de canales o de disfrutar abrazados de las elegantes cafeterías de la Piazza de San Marcos?
Además, nos encontramos con el puente de los Suspiros, en el Palacio Ducal, donde se dice que robar un beso al atardecer garantiza el amor eterno y verdadero. Pero nada más lejos de su realidad, ya que si uno se encuentra allí podrá entender a qué suceso le debe su nombre el susodicho puente. Y es que nada tiene que ver con el amor ni de lejos, sino más bien al contrario. El puente, que une el Palacio Ducal con la prisión de Los Plomos, se trataba del último lugar en el que los presos que habitaban la cárcel veían la luz del sol, con la fabulosa laguna y la isla de San Giorgio de fondo, y al pasar por allí daban el último suspiro de su vida.
Bueno y también tenemos como ciudad representativa del amor a la bella Verona, así que os recordamos el post de la ciudad de Romeo y Julieta http://viajacomeyrelaja.blogspot.com.es/2012/02/un-san-valentin-en-verona-como-romeo-y.html
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