Brujas y Gante, ciudades de cuento en Flandes

domingo, 22 de septiembre de 2013


                      


El dulce olor del chocolate o el sabor de las mejores cervezas nos sirve para trasladarnos a ciudades de cuento, como todas las que nos encontramos en una nuestra visita a Flandes, además aderezado por su legado histórico (en muchos casos compartido con el español).  Una de las primeras paradas obligatorias es Brujas, situada en el noroeste de Bélgica. Y es que si hay un claro ejemplo de ciudad medieval con encanto ese es el de la  'Venecia del Norte'.  Sus casas del siglo XV y XVI con sus coloreadas fachadas son el marco ideal para perderse en un viaje al pasado. Todo ello enmarcado en esos canales que suponen la auténtica savia de la urbe y que adornan de mayor encanto aún las casas, puentes y jardines de la ciudad vistos desde el agua (imprescindible por tanto un paseo en barco, eso sí cruzad los dedos para que no llueva para disfrutar de sus vistas).



El Markt (Plaza del Mercado) es el corazón de Brujas, con sus coloridas casas gremiales, y además ofrece otra panorámica de la ciudad a vista de pájaro desde los 83 metros de su torre del Belfort, una de las señas de identidad de la ciudad. Tampoco puede uno dejar de detenerse en la Iglesia de Nuestra Señora, cuya torre es la segunda más alta del mundo construida en ladrillo y donde en su interior se puede contemplar la escultura en mármol blanco de 'La Virgen con el Niño', una de las pocas obras del genio Miguel Angel que están fuera de Italia. Además, de visita obligada en el mismo escenario son las tumbas de Maria de Borgoña y de su padre, Carlos, el Temerario, bisabuelo del futuro emperador Carlos. Y como ahora está muy de moda la historia de los Reyes Católicos, en un lateral de la iglesia se encuentra un pequeño cofre en el que se encuentra el corazón de Felipe el Hermoso, marido de Juana la Loca.

Otra de las plazas espléndidas de Brujas es la del Burg, que alberga el Ayuntamiento de la ciudad desde hace más de 600 años y es uno de los más antiguos de los Países Bajos y la Basílica de la Santa Sangre, donde se veneran tres gotas de sangre de Cristo. Además, al lado de la plaza actualmente se encuentra el hotel Crown Plaza, situado en el antiguo sitio de la catedral de San Donaciano, cuyos cimientos son visibles entrando a la planta baja del hotel.


De obligado cumplimiento es el paseo por el Minnewater (Lago del Amor), en las proximidades de la estación, en un momento para el romanticismo con sus jardines, cisnes y patos conviviendo entre los turistas, y el pasear por el Beateario donde, justamente al lado, se puede disfrutar del silencio y del recogimiento. Unos paseos que deberán ser aderezados por un buen chocolate o degustando uno de los gofres que se ofrecen al viajero. Además, los restaurantes de esta zona son muy recomendables, ya que ofrecen un buen trato y un menú asequible para los turistas.

                       

En Brujas, además, no debes perderte hacer una visita a la cervecería donde se fabrica la ‘Brugse Zot’, una cervecería espectacular y que desde la parte alta nos ofrece de las mejores vistas de la ciudad. Aderezada con unas buenas patatas fritas, típicas del país que incluso cuenta en la ciudad con su ‘Museo de la Patata frita’ y también, si la agenda lo permite, se puede visitar el ‘Museo del Chocolate’.


                       


GANTE, LA CUNA DE CARLOS I.


Para proseguir el recorrido por Flandes, Gante es la siguiente parada marcada en el calendario. Situada entre la confluencia de los ríos Escalda y Lys, la ciudad natal del rey español Carlos I tuvo un pasado de gran esplendor impulsado por su importancia comercial que le llevó a rivalizar con la mismísima París como principal metrópoli europea. Lejos de esos mejores tiempos, Gante ha sabido adaptarse a la perfección a la actualidad y supone todo un museo al aire libre. Y es que es difícil encontrar un lugar con más monumentos y edificios históricos tan cercanos como en el casco antiguo de esta ciudad. Gante es un cóctel donde cabe de todo y bien.

                             


Obligada es la foto desde el puente de San Miguel, desde el que se admira la famosa línea de torres: El Campanario Municipal, la Catedral de San Bavón y la Iglesia de San Nicolás. El Campanario Municipal es el orgullo símbolo del sentido de la independencia gantés, y desde los 95 metros de altura de su torre un dragón vela por la ciudad desde 1380. Por su parte, la Catedral de San Bavón atesora en su interior la mayor joya de Gante, ‘La adoración del Cordero Místico’.

El extraordinario políptico de los hermanos Van Eyck, una obra maestra de la pintura medieval, sobrevivió a los iconoclastas, fue exigido por Napoleón y llevado a París de donde salvó de ser quemado, y requisado por la Alemania de Adolf Hitler, que veía en él poderes oscuros. Finalmente, la Iglesia de San Nicolás, que ha sobrevivido a dos incendios, ofrece un bello ejemplo del gótico.

                

Pero no se puede ir uno sin alejarse del centro de la ciudad, cruzando el puente de los Decapitados, para visitar el Castillo de los Condes, una fortaleza con sus mazmorras y un museo de instrumentos de tortura que permite desde sus torres una vista de la ciudad desde diferentes ángulos. Y por cierto, ¿sabéis que hay un Manneken Pis también en la ciudad? ¿Os atrevéis a encontrarlo?

Muy recomendable para comer es buscar una cadena de restaurantes que se llama Amadeus, que también se encuentra en Amberes y en Bruselas. Un establecimiento en el que por 16 euros (no incluida las bebidas) se puede disfrutar de ‘barra libre’ de costillas, que viene bien cuando el turista está hambriento… Eso sí, aviso que los horarios en Bélgica difieren un poco a los de España, ya que la mayoría a las 14.00 horas ya no sirven comidas… 





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